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Preocupa el aumento de bulimia y anorexia en los jóvenes

El aislamiento social vivido como consecuencia de la Pandemia impacto en la población general pero particularmente en los jóvenes y adolescentes. La pérdida de contacto con los grupos de amigos y la red social de contención, produjo un claro recrudecimiento de los trastornos de la conducta alimentaria.

Diversas encuestas auto administradas en las escuelas sugieren que patologías como Bulimia y/o Anorexia Nerviosa están presentes en 1 de cada 3 mujeres que presentan algún grado de disconformidad con su imagen, impactando en conductas referidas a su alimentación.

Si se tiene en cuenta el rango etario de 10 a 24 años, notamos que las situaciones durante la pandemia repercutieron en el comportamiento y en el acceso al sistema de salud, especialmente en los jóvenes más vulnerables.

Desde finales del 2020, con la apertura paulatina de las actividades sociales y el mejor acceso a los servicios de salud, se ha notado una alta demanda de consulta de jóvenes y adolescentes con diversas patologías en estado avanzado y de gravedad creciente. Los desórdenes mentales, entre ellos los trastornos alimentarios, han representado un gran desafío por el gran compromiso observado en la salud física.

Los trastornos alimentarios se definen clásicamente como una alteración en la forma de alimentarse que impacta en la salud física y psicosocial de las personas. Dentro de esta definición, encontramos múltiples entidades donde la Anorexia y Bulimia Nerviosa constituyen las formas más conocidas de la población.

La Anorexia se caracteriza por el déficit nutricional producido por restringir la ingesta de alimentos, por miedo intenso a ganar peso, mientras que la bulimia se presenta con atracones reiterados asociados a mecanismos de compensar con purgas o ayunos prolongados, y suelen ser en la intimidad, por lo que su detección se torna dificultosa. En cuanto a la Anorexia, sus características más evidentes son no compartir las comidas principales, comer a escondidas, rigidez en las elecciones alimentarias, entre otras.

Para que se produzca un trastorno alimenticio deben confluir factores como el imaginario de la belleza social, alteraciones en vínculos familiares y una predisposición del aparato psíquico propio de la persona.

La permanencia en el tiempo de estos trastornos sin su correcta atención, produce daño psíquico, físico y moral, dificultando un posterior abordaje. La identificación precoz de estas patologías requiere la participación de toda la comunidad.

Lo importante, es estar atentos, no presionar, pero contener y buscar la ayuda profesional.

Rubén Der

Director Médico Casa de Auxilio